sábado, 11 de noviembre de 2017

De viaje en busca de nuevas canciones

"Tirada en el sofá frente al ventilador/ verano veinte dieciséis/ el aire viene y va pero siempre me trae tu voz."

Te conocí una tarde de verano. Al momento me quedé contemplándote como si un viajero mirara, por primera vez en persona, aquel edificio o paisaje que sus humildes ojos habían deseado ver tantas veces y desde hace mucho tiempo. No estaba tirado en el sofá, pero sí frente al ventilador, era verano y, aunque no de dos mil dieciséis, el resto de casualidades sí parecen coincidir. Era verano de dos mil once, una tarde de julio quizás -si no recuerdo mal-, próxima al día de tu aniversario. Al instante, y tras intercambiar unas breves palabras contigo, me percaté que irradiabas tanta calidez como el mes que te vio nacer y desde ese momento supe que eras y, tristemente, eres con lo que siempre había soñado, que "en la paz de tus ojos" enmudecían todos mis miedos y frentes abiertos y que, además, algo bello estaba por venir.

Pasa el tiempo y el aire del ventilador me trae los recuerdos de una voz directora, enérgica pero alegre a la vez, como la inocencia de un crío pequeño, muy personal y llena de vivacidad, con mil cosas por transmitir con tan solo un hilo o susurro de la misma. No te conozco lo suficiente, o no sé si me enfrento a una persona creada dando rienda suelta a mis deseos, pero sé que existes ahí afuera... Y eso, me basta para llenar de entusiasmo mis días. "Y es que si yo te recuerdo me paso las horas cantando..." porque mi vida sucede pensando en ti mientras los días le ceden el paso, y la vuelta a la rutina me tiene ensimismado en mis obligaciones y quéhaceres, solo que mi alma vuela libre y ha decidido permanecer por tus calles y muy cerca de lo más hondo de tu ser. Aunque todos tenemos la sana obligación de cuidar de nuestro corazón, ya sabes aquello de "mira a la derecha y a la izquierda del tiempo y que tu corazón aprenda a estar tranquilo" pensar en todo tu ser y volverme a enamorar de él no me provoca ni el más mínimo daño. Por ello, hoy "quisiera ser un verso dentro de tus pensamientos".

"Lancé mi vida al mar/ cuando todo acabó/ y lo único que no se hundió/ fue mi colección de recortes mirándonos."
Hoy retomo este pequeño diario con una historia algo diferente, pero con muchas peculiaridades que se asemejan a lo que relataba en los párrafos anteriores. Tras pasar mucho tiempo en que creí que esta última había terminado, lo único que persistió al paso del calendario fueron nuestros recortes de fotografías en aquel álbum olvidado de New York que, si bien quedaron ahí situadas -como bien dice la canción-, mirándonos.

Ahora se me viene a la mente aquel tema que habla sobre un desliz cometido por una mujer en esa ciudad, recordando la estrofa de tal canción dice algo así: "vuelve a llover sobre Manhattan/ alguien de pie limpia sus gafas junto a mí/ me recuerda mucho a ti"; de ahí lo significativo que quedaran guardadas las fotos a las que me refería antes en ese álbum personal.
Fue lo que creí en ese momento había quedado como reminiscencia de todo aquello, junto con un número telefónico escrito repetidamente de manera obsesivizante. Quise lanzar todo al mar, hasta mi vida y mis ganas de luchar... Pero el tiempo, que no (es) todo "locura", me ha dejado marchar hacia delante y aquí estoy, a día de hoy me siento muy orgulloso de mí mismo, de haber superado toda esa etapa de porqués poco esclarecedores y sin respuesta.

Los recortes fueron lo único que no se hundieron, pero eso me ha servido para salir a flote y emerger de mi mundo más conflictivo hacia un lugar más "tranquilo, sereno y claro". A partir de ahora es cuando tengo futuro, pues antes no lo tenía y estoy, poco a poco, armando los raíles para que, algún día, el tren de mi vida eche a andar.

"Quiero tocar tu puerta/ aunque nadie lo entienda/ volver a estar tan cerca/ de ti."
Me gustaría volver a conversar al menos, contigo. Pero no sé si es lo que más me puede venir bien en estos momentos de mi vida. Sé que si cuento las cosas tal y cómo han sucedido, hasta el más loco pensaría que tengo que estar muy poco cuerdo para retomar el camino que iniciamos juntos. Han pasado muchas cosas y creo que no hay vuelta atrás, creo.
Ayer un sabio me decía que "si todo había transcurrido así, quizás tú no eras una momia y que tal vez, fuese yo la persona momificada". Cada vez que paso por tus calles y veo lo que queda de ti cuando estás ausente de allí, me entran ganas de llamar a cualquiera que fuese tu puerta...pero no sé realmente si sigues estando ahí. La luz de sol y la claridad de los días que percibo "junto a ti" y que brotan en cada mañana que paso lo más lejos a tu lado, me hacen pensar que todo esto tendrá, irremediablemente, el final que siempre imaginé, "pero no sé si tú me quieres", parafraseando un verso de la obra Trabajos, del granadino poeta y músico.
Tendré que aceptar que las cosas pasaron y que las circunstancias cambiaron... o rebelarme y hacer que las cosas, pasen.

"Déjame pasar la noche/ deja que me quede aquí/ que hoy es nuestro aniversario/ y no tengo a dónde ir."
Nuestro aniversario transcurre en esa playa -la nuestra- donde pasamos los veranos y tanto fotografiamos, esa estampa de colores azulados y salinos que se entremezclan con el paisaje urbano de la ciudad de fondo, junto con roca, sol, madera y embelleciendo toda ésta esa arena cálida y fina (como tú). Mi deseo es que, en ese aniversario al menos, pudiera pasar la tarde contigo, de hecho, así lo celebro cada vez que llega la fecha, vagando por esa playa.

Y la realidad es que, a día de hoy, no tengo a dónde ir... Por ti, me quedaría siempre en este mismo lugar, donde a instantes rompo a llorar y donde a veces soy feliz. Ahí sigo y seguiré, sentado en el banco, "mirando al mar" para recordar el día que te conocí, pues aún sigo queriendo tu dulce sonrisa para mí y no me puedo imaginar todo lo que aún queda por vivir...

"Vamos a tocar el cielo/ como la primera vez/ celebremos esta noche/ y te prometo no volver."
Ese día yo, al menos, toqué el cielo y regresé a casa lleno de entusiasmo e ilusionado como un niño pequeño que recibe un hermoso regalo el día de la Onomástica de Reyes. A ratos pienso que no hay vuelta atrás, ya que "ahora no hay más destino que el camino en soledad..." pero ¡qué cierto es que "llora el río cuando pasa(s), porque nunca volverá(s)! O tal vez sí.

"He roto mi manual sobre cómo olvidar/ y todo me recuerda a ti/ las lágrimas se van/ pero duele al respirar."
Ya el tiempo de querer y pretender olvidar pasó, ahora solo quedan los recuerdos del ayer "y hoy solo quiero creer, que recordarás la tarde de octubre por aquí". Tampoco quedan lágrimas, pero a veces la noche trae algún consejo y me imagino que "yo fui en tu vida un baile sin canción". Al pasear por tus calles -que también son las mías- todo me sigue recordando a ti, por eso quiero que me digas "dónde has ido, dónde esperas en silencio..." porque "quiero estar contigo, regalarte mi cariño, darte un beso, ver tus ojos disfrutando con los míos hasta siempre... adiós, mi corazón".

"Perdida en la canción de la chica de ayer/ así me siento yo sin ti/ es tarde ya lo sé/ pero quiero volverte a ver."
A veces, me siento perdido pero no solo por circunstancias que atañen al corazón, sino por muchas cosas más. Sé que es tarde, ha pasado quizás mucho tiempo pero siempre estoy deseoso de poder volver a verte.

Estos años nos hemos encontrado unas cuantas veces, casi por casualidad y siempre, sin remedio, se me ha venido a la mente esta frase del gran escritor Gabriel García Márquez: "nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quien se puede enamorar de tu sonrisa". Y precisamente eso me pasa cuando te veo: me enamoro una y otra vez de tu sonrisa. No sé qué esconde ésta, o si en realidad esconde algo, pero me traslada a un mundo donde la inocencia reina en todas partes, y es ahí donde quisiera quedarme para siempre. En ésa tu sonrisa, la de alguien muy pequeño. 

"Y es que llego tarde como siempre/ tarde siempre para mí/ esta noche tengo frío/ y no sé dónde dormir."
Siempre, por mis circunstancias personales y avatares de la vida, he llegado tarde a los temas más profundos del ser humano e íntimos. Siento que mi vida va sucediendo mientras tropiezo en los distintos temas emocionales que me han acontecido y, a pesar de que carezco de capacidad para hallar la emoción en el reconocimiento afectivo del otro, siento un frío helador cuando me refiero a estos temas tan íntimos. El estremecimiento de mi alma por esta innoble causa, la ausencia de la destreza de poder amar a alguien desconocido, mi incapacidad para entregarme, unido todo ésto mi propio hastío... todo eso me condiciona enormemente.
Sé que en el pasado, durante el abandono de mi  infancia  la llegada de mi juventud, alguien inconscientemente y sin voluntad de ello, dejó una huella de daño por abandono casi irreparable y que ha tardado muchos años en "cicatrizar" -o quizás aún hoy ni siquiera ha terminado de  sanar-.

Pero yo me niego a pensar que no soy una persona como el resto de los mortales y que no tenga capacidad de sentir. Por dicha razón prefiero quedarme en ti -tú, que fuiste mi mayor proyecto de amor que he tenido en mi corta vida-, a vagar por otros caminos y depositar un cariño propio en alguien ajeno. 

Y para concluir este diario -más íntimo y personal que el escrito en cualquier otra de mis entradas-citaré una frase que refleja actualmente mi propio mundo existencial. Atrás quedaron experiencias emocionales pasadas, no sé las que vendrán en un futuro, pero si pudiera detener el tiempo por un instante, me quedaría con la idea de que "la vida es un regalo de Dios y como tal, merece la pena ser vivida. Que no te asuste el futuro ni el devenir del tiempo, puesto que si uno descansa en los brazos de Jesucristo, no tiene absolutamente nada que temer...pues siempre se cumplirán sus designios y su voluntad".

La frase con la que deseo concluir esta entrada, que marca el fin de un ciclo personal y, por consiguiente, me abre al mundo con una visión que espero, sea más humana y positiva si cabe, es la siguiente:

No hay comentarios:

Publicar un comentario