lunes, 16 de septiembre de 2013

Ya nada será igual

He aquí un poema de Cavafis que últimamente ronda mucho por mi mente:

EL DIOS ABANDONA A ANTONIO

Cuando a medianoche se escuche
pasar una invisible comparsa
con música maravillosa y grandes voces,
tu suerte que declina, tus obras fracasadas
los planes de tu vida que resultaron errados
no llores vanamente.
Como un hombre preparado desde tiempo atrás,
como un valiente
di tu adiós a Alejandría, que se aleja.
No te engañes
no digas que fue un sueño.
No aceptes tan vanas esperanzas.
Como un hombre preparado desde tiempo atrás,
como un valiente
como corresponde a quien de tal ciudad fue digno
acércate con paso firme a la ventana,
y escucha con emoción -no con lamentos
ni ruegos de débiles- como último placer,
los sones, los maravillosos instrumentos de la
comparsa misteriosa
y di tu adiós a esa Alejandría
que pierdes para siempre.

La cuestión sería la siguiente: ¿hace falta valentía para dejar atrás los sueños frustrados, los "planes de vida que resultaron errados", tal y cómo expresa Cavafis? Esa capacidad de no seguir insistiendo sobre algo o alguien cuando ya sólo nos causa daño por continúar intentándolo. Quizá no sea valentía, sino más bien una mezcla de impotencia y resignación la que nos lleve a decir adiós a esos proyectos vitales que poco a poco vamos teniendo que dejar atrás. Siempre con lágrimas en los ojos al volver la vista y recordar, una brisa de dolor por todo lo conllevó la pérdida de Alejandría -es el escenario que Cavafis utiliza para este poema, pero bien puede representar la pérdida de la propia vida, la frustración de un sueño perseguido y finalmente no alcanzado o el abandono de la persona amada. 
 
Lejos de este enfoque pesaroso, me quedo con la frase "acércate con paso firme a la ventana y escucha con emoción".
Aunque en ciertos momentos nuestra voluntad parece mirar atrás y hacer repaso de todo lo que hemos tenido que ir dejando en el camino, hay que encauzar nuestras fuerzas en seguir soñando, construyendo y no quedarnos abatidos. Es necesario comprender que perdemos porque, en ocasiones, también ganamos.

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